Una de las cosas que caracterizan a Rumanía sin duda son sus grandes edificios, remodelados en el 1972 por Ceaușescu después de un terremoto que causó grandes desperfectos en toda la ciudad. Eso y sumado a que en el periodo de entreguerras, hicieron que la arquitectura de la ciudad y la sofisticación de sus elites le valieran a Bucarest el apodo de "Pequeña París" (
Micul Paris).
Todo muy bonito y muy conseguido, pero claro, nada sería lo mismo sin el típico, el que siempre está en medio, el que en principio daña los ojos de que está de visita en Rumanía. El inigualable desconchón..