17, 18 y 19 de Abril: Tesalónica - Estambul

El autobús salía a las 9 de la noche, tardando unas 10 horas en completar unos 600 km. Nuestro destino: Estambul.

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Una ciudad llamada Bizancio y luego Constantinopla situada en el lugar exacto donde Asia y Europa se encuentran las caras. Con 12.753.837 de habitantes es una de las ciudades más bellas, interesantes y auténticas que he conocido hasta el momento.

Las fronteras son pintorescas y las historias que ocurren en ellas miles. Después de pasar el lado griego paramos a comprar en el duty free algo de tabaco puesto que sale tremendamente barato y siempre alguien pide en casa. Nuestra sorpresa fue estando esperando en el bus cuando subió el conductor con mas bolsas de las que puede llevar una persona. Repartiéndolas a diestro y siniestro entre los ocupantes del vehículo. ¿Qué llevaba dentro? Ni más ni menos que whisky. Y es que hay que tener en cuenta que una botella de estas en Turquía supera el doble del precio español. Por lo que ahí estábamos nosotros, pasando la frontera con botellas que no eran nuestras.

Por fin nos pusimos en marcha y llegamos al lado turco en el cual, el conductor y el ayudante después de decirnos a nosotros dos que necesitábamos sacar la visa (eramos los dos únicos que la necesitaban, cuesta 15€, no hay que hacer ningún papeleo y puedes estar en Turquía durante 90 días en un periodo de 180) bajaron corriendo a las oficinas para tener el detalle (que considerados) de invitar a un cafelillo a los "pobres" funcionarios que a esas horas estaban trabajando. Por qué me dará en la nariz que no era la primera vez que estos señores pasaban algo por la frontera...

No lo he dicho antes, pero nunca me he encontrado tan bien viajando en un autobús. Este iba equipado completamente. Tenía television común, radio, todos los asientos tenían en el reposacabezas una pantalla táctil funcionando android en la que podías, ver tele, películas, música, juegos, Internet, y demás funciones útiles. Vamos, lo único que le faltaba al autobús era cama y servicio y ducha, puesto que el agua era gratuita. Un avión llega rara vez a esos niveles.

Llegamos a eso de las 7 a la estación de autobuses de Estambul, entre paradas y el tiempo en las fronteras la cosa fue lenta como siempre. La estación de autobuses es lo primero que vi de la ciudad y lo primero que me sorprendió. MILES de autobuses repartidos en un espacio como el que puede ocupar facilmente el camp nou en un edificio de unas 4 o 5 plantas. Decir impresionante es quedarse muy corto.

Nos encontrábamos como a 10 km del centro por lo que cogimos un bus urbano en dirección Taksim por unos 2,50 Liras turcos (1€ = 2,4716 Liras). El hostel se encontraba por la zona y esta bien pero no el mejor en el que he estado. Se llama chill out y cuesta 25 liras el día, lo bueno es su situación, en el centro, cerca de la torre galata y muy próxima a los sitios de fiesta.

Para andar por Estambul aconsejo un buen calzado y unas buenas piernas de repuesto, por que tela con las subidas que hay por la zona.

No perdimos tiempo en salir y con el mapa en la mano salimos a descubrir la ciudad. Nos metimos sin querer en el barrio donde se encuentra el gremio dedicado de ala electricidad. En estos gremios (los cuales no son muy turísticos, el turismo se concentra en los bazares) puedes encontrar absolutamente de todo. Desde un enchufe, o kilómetros de cable de alta tensión hasta la más pequeña pieza en repuestos para ascensores por poner algún ejemplo.

En un establecimiento de bocadillos, döner y demás pedimos algo para comer. Comer en sitios de estos es barato y muy satisfactorio, pues es barato y típico. En el mapa indico la situación de uno en concreto para comer (flecha verde). Claro no esperéis si va alguien que se encuentre con gente hablando en inglés o algún solo turista. Más auténtico es imposible.

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Nuestra idea era visitar todo lo importante en ese día y poder disfrutar más de las ciudad con gente erasmus de Bucarest que andaba ya por allí con un día de antelación. Así que sin más nos pusimos en marcha y cruzamos el puente Atatürk donde la gente, como en otro puentes se dedica a pescar, bien para consumo propio o para venta.

Nos metimos en un barrio residencial sin querer de camino a la primera mezquita que nos encontrábamos. Este barrio aun estando en el centro no era precisamente lo más turístico ni lo más rico del lugar, curioso ver a los niños jugando en calles estrellas con grandes subidas y casas de madera a medio derruir.

Lo que nos quedaba aún por descubrir era mucho pero lo contaré más adelante en otra entrada, pues Estambul es grande, impresionante y desde luego no deja indiferente a nadie.