Como siempre cuanto menos curioso e interesante
Teníamos unas cuantas horas para visitar Shkodra, no es una ciudad demasiado interesante pero es la puerta para pasar a Monte Negro. Por lo que decidimos verla aun cuando las mochilas nos iban pesando ya.
La gente se sorprende en estas ciudades al ver turistas, no te sera raro escuchar algún "turists" o comentarios inentendibles por los tres guiris que acaban de pasar. Sí, los guiris eramos nosotros..
Desde luego el centro es bastante pequeño y salvo alguna calle principal y comercial y el mercado que siempre tiene su encanto en estos sitios no había poco mas, por lo que iniciamos la marcha en busca el castillo que se encuentra en las proximidades.
El camino fue largo pero llegamos al fin andando. La fortaleza fue lugar de asedio y batallas bastante famosas en el mundo del antiguo imperio otomano por lo que además mola. Por no hablar de las vistas que son geniales como siempre en estos sitios.
Como detalle vimos gente rezando a su hora en lo alto del castillo y además para viajeros andantes como nosotros hay un restaurante situado en lo alto para descansar y tomarse algo por el paseo. Ya para volver al centro de la ciudad intentamos el auto-stop pero no hubo mucha suerte, a ver quien se atreve a coger a tres tíos con unas mochilas mas grandes que ellos...
Bueno la cosa es que cogimos el autobús y emprendimos el viaje a Monte Negro. No íbamos en dirección Podgorica si no en dirección a la costa, nuestra primera parada fue Ulcinj de donde no tengo fotos por desgracia.
Es un pueblo bastante pequeño y de veraneo donde pudimos bañarnos en su pequeña y bonita cala. Lo que más llama la atención de estas playas situadas en el adriático son sus aguas, todas cristalinas y con una buenísima temperatura.
Haríamos noche en Ulcinj compartiendo habitación con un chaval norteamericano que se había propuesto conocer todo lo posible de Europa y cogimos alojamiento en una casa particular donde un hombre nos ofreció a buen precio por las camas. Lo único malo del lugar era la mezquita que había enfrente, escuchar la llamada al canto mola pero si es a eso de las cinco de la mañana no tanto.
Una etapa más en el viaje que ha cambiado mi visión de Europa, de la vida y el modo de disfrutar en si mismo de un viaje. Se viaja por visitar y a poder ser ver cosas bonitas, pero las experiencias, la gente y las cosas nuevas valen mucho más que un coliseo o una torre eiffel.
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