Un lugar en el que las heridas de la guerra de Bosnia todavía parecen recientes en sus calles, haciendo que sea imposible olvidar lo sucedido. Es un lugar en la tierra en de la que los españoles siempre podremos estar orgullosos.
Nos quedamos dos días en Mostar puesto que gastamos casi todo el día en llegar allí. El autobus salió de Kotor para ir a Dubrocknick en Croacia. Curioso el viaje puesto que el primero en bajar del autobús fue un tio que sin más miramientos en plena aduana suelta que no tiene pasaporte. La policía lo baja y un asiento libre. Pero más aún, unos chavales que nos encontramos por el camino y que eran también erasmus en Rumanía, los bajarían en su entrada a la parte croata simplemente por su nacionalidad. Eran Turcos. Las fronteras no molan.
La ciudad sigue más o menos dividida en dos. Más por la cabezonería de la población adulta que por la joven. Una parte es bosnia y la otra croata. Por las calles de la parte bosnia es fácil encontrarse con señales de la guerra en los edificios.
Como punto cómico, nos volvimos a encontrar de nuevo con la china que conocimos en Ohrid. El mundo es pequeño sin duda.
Vuelve a sorprender la cantidad de mezquitas que se encuentran en la zona bosnia y el claro cambio que hay al entrar en la otra zona.
Lo primero que busca alguien que visite Mostar es sin duda el puente. Bonito como nada. Fue destruido por los croatas desde la guerra dejando sin enlace un camino que unía a los dos pueblos desde hace siglos. Vimos en unas pantallas el momento del derrumbe y si nosotros quedamos impresionados que no lo vivimos no me quiero ni imaginar que tendrían que haber pensado esa gente que vivía aquí
Desde lo alto la gente se tira, y yo estaba dispuesto a ello. Ahora, cuando me dijeron que había que pagar una tasa de unos 25€ por hacerlo no me quedé tan convencido. Pero si que me quedé con muchas ganas.
Las vistas al rio son espectaculares, de esas que la naturaleza se funde con la ciudad en un basto acabado.
Justo en el punto donde la parte croata y bosnia se separan se encuenta una plaza llamada "Plaza de España". Junto a la universidad.
Allí ondean la bandera de Bosnia junto con una bandera que bien conocemos nosotro. La española.
Y es que en Mostar podemos estar orgullosos por que el ejercitó español estuvo aquí ayudando. Lamentablemente perdieron la vida 22 españoles en los Balcánes y tienen un sitio dedicado a ellos para que sus nombres no caigan en el olvido. Podemos decir que los españoles tenemos un cachito de Mostar para siempre.
Conociendo a una chica que estudiaba allí nos dijo que podríamos subir a un viejo banco que acabó destrozado por la guerra pero en buenas condiciones para subirlo y ver desde allí la ciudad en lo alto. Asique sin más nos pusimos a ello.
Tengo poco que decir, pero las vistas valen la pena.
Como decía antes Mostar es una ciudad especial. De lo más especial que haya visto en mi vida. Todo es muy reciente pero eso solo lo ves en los edificios, la gente es de lo más normal, siguieron con sus vidas adelante y ahora con los turistas son de lo mas amable que te puedas imaginar. No hay ningún problema en sus calles es un lugar donde se puede estar tranquilo.
Para cenar algo típico es el Ćevapi. Viene a ser pequeños trozos de carne en forma cilíndrica (en Rumania a eso lo llamamos "mici") con algo de cebolla todo dentro de un pan plano. Rico, rico!
Como dije en Kotor, en Mostar lo repito. Para nada me importaría volver a estar en esta ciudad.
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